Drogas y alcohol Dejar un comentario
El consumo de drogas conlleva unos riesgos que no se deben
olvidar. Son riesgos genéricos, comunes a todas las sustancias e independientes
de las formas de consumo; es decir, estos riesgos se dan sin que para ello el
sujeto tenga que ser un adicto.
Riesgos asociados a los efectos psicoativos de las
sustancias
El consumo de sustancias modifica el comportamiento y puede
ocasionar problemas, en ocasiones, fatales. Los accidentes son uno de ellos.
Cuando las personas están bajo los efectos de alguna sustancia, se altera la
percepción (tanto visual como auditiva), los reflejos y la capacidad de
respuesta motora. Esto tiene como consecuencia un importante número de
accidentes de tráfico, accidentes domésticos (caídas o roturas) o accidentes
laborales (manipulación errónea de maquinaria).
Las drogas, en general, disminuyen los mecanismos de
inhibición y de autocontrol. Por ello es muy común que las personas bajo los
efectos de sustancias sean más proclives a las peleas y otras situaciones de
violencia callejera como rotura del mobiliario urbano, actitudes desafiantes y
agresivas entre personas y/o grupos, que pueden llegar incluso hasta las
agresiones físicas graves.
También en los acercamientos sexuales influyen las drogas
porque la desinhibición facilita las relaciones sociales y los encuentros y
porque el estado de descontrol hace que las personas digan o hagan todo aquello
que les va surgiendo, incluido un encuentro sexual. Además, las personas en una
situación de desinhibición, pueden no tomar las medidas profilácticas
necesarias para la prevención de enfermedades infectocontagiosas y de embarazos
no deseados.
Riesgo de ocupar un lugar central
Las drogas generan el deseo de repetición del consumo, por
lo que pueden llegar a ocupar un lugar central en la vida y a provocar un
recorte de la libertad.
En innumerables conversaciones y debates sobre las drogas se
han utilizado expresiones como que las drogas esclavizan, impiden la libertad…,
comentarios todos ellos reales, pero que dichos en un contexto de alarma,
confieren a las sustancias un carácter pecaminoso o demoniaco que es importante
evitar.
El placer que provoca el consumo de sustancias es inmediato,
por lo que es muy común volver a consumirlas. La posibilidad de la reincidencia
es real y es difícil marcar la frontera entre el uso y el abuso.
En las situaciones en las que el consumo ya es habitual, las
actividades en torno al mismo son cada vez más importantes y el individuo
empieza a dejar de hacer muchas cosas que hasta entonces formaban parte de su
vida cotidiana. Abandonar otras actividades para satisfacer el consumo, implica
la reducción de opciones vitales y el aislamiento creciente del individuo. Es
decir, precisamente ese “dejar de lado otras cosas de la vida” es lo que
constituye un riesgo.
Riesgo para las relaciones personales
Cuando tomamos cualquier droga, el funcionamiento de nuestro
organismo se altera y nuestra manera de actuar y de relacionarnos también se
modifica.
En principio, las drogas legales se toman en situaciones
sociales con objeto de facilitar el encuentro con los otros, de relajarse, de
distender la comunicación, etc. Para algunas personas ese consumo social es
imprescindible para poder relacionarse: así se convierte en un riesgo. Por
ejemplo, qué difícil se le hace a un exfumador no coger un cigarrillo en una
reunión de trabajo, durante una conversación telefónica, en una sobremesa con
amigos, etc.
Asimismo, cuando una persona consume sistemáticamente alguna
sustancia, puede tener cambios bruscos en su estado de ánimo o manifestar
actitudes y comportamientos (como el desinterés, la locuacidad, la
impulsividad, llegando incluso a la violencia) que repercuten directamente en
sus relaciones personales.
Riesgo para el organismo
Todas las drogas, dependiendo de las formas de consumo,
suponen un riesgo para el organismo, porque alteran y dañan su funcionamiento y
aunque cada una de ellas incide especialmente en un órgano concreto, todas con
mayor o menor intensidad dejan su impronta en el sistema nervioso central.
Las drogas provocan en el sistema nervioso central:
· A nivel
orgánico: degeneración y atrofia del cerebro, neuropatías, cefaleas y
accidentes vasculares como el infarto cerebral.
· A nivel de funcionamiento:
desorientación y confusión, percepción alterada de la realidad, estados de
pánico, depresión, psicosis, paranoia, somnolencia, desinhibición, excitación,
comportamientos agresivos, irritabilidad, dificultad de concentración,
alteraciones de la memoria, falta de control del pensamiento, alucionaciones,
fluctuaciones del humor, trastornos psicológicos, etc.
El sistema circulatorio también se ve afectado. Las drogas
producen dolencias como: hipertensión, arritmias, enfermedades
cardiovasculares, trombosis, infartos, etc,
El sistema digestivo las drogas pueden producir trastornos
nutricionales como bulimia y anorexia nerviosa, alteración del proceso de
digestión, acidez de estómago, diarrea, estreñimiento severo, afecciones renales,
hepatitis, cirrosis y cáncer de esófago, páncreas y vejiga.
El sistema respiratorio también puede verse afectado:
irritación de las vías respiratorias, inflamación de los bronquios, disminución
de la capacidad pulmonar, depresión respiratoria, diseña, enfisema pulmonar y
cáncer de pulmón.
En el sistema locomotor producen descoordinación motora,
letargo, relajamiento muscular, reducción de la percepción del dolor,
hiperactividad motora, pérdida del equilibrio, vértigo, temblores y movimientos
convulsivos, ausencia de fatiga y, en otros casos, sensación de fatiga
permanente.
En el sistema reproductor las drogas pueden provocar apatía
sexual o impotencia. En los varones puede dificultar la erección y disminuir la
eyaculación. En las mujeres, ausencia de menstruación, problemas en la
ovulación, etc.
En caso de embarazo, el consumo de drogas supone un peligro
para el feto: riesgo de parto prematuro, de malformaciones en las extremidades,
de malformaciones a nivel cerebral…
Las drogas por sí mismas, junto a las alteraciones que
provocan en el organismo, favorecen el desequilibrio inmunológico: disminuyen
las defensas y, por ello, las posibilidades de infecciones son muy elevadas.
Riesgo de adicción
Todas las drogas pueden provocar adicción, esa dependencia
que impide a los individuos desarrollar su vida normal y que tiene además
efectos negativos en su entorno más próximo por la pérdida del trabajo, el
deterioro de las relaciones (familiares, de amistad y de trabajo), la pérdida
de bienes materiales, etc.
Si se llega a este último eslabón del proceso para superarlo
se requieren, en la mayoría de los casos, ayuda especializada.
Es tan arriesgado para la vida que las administraciones
invierten importantes recursos para, a través de la educación y la formación,
evitar que las personas crucen la frontera hacia la adicción.
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